La Calata Culta Sábado, 26 julio 2014

Harold, Maude y Bupsy

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.

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El otro día vi Harold y Maude. Me gustó a su manera: supongo que eso se dice cuando te gustó la película pero hubieras querido que te guste más… La historia sería un poquito así: Harold es un muchacho adinerado al que le gusta representar su propia muerte ante su madre. Se ahorca de mentira, se corta las venas de mentira. Ella, en desesperación, le programa citas con mujeres, para que contraiga matrimonio: pero a Harold le gusta ir a ver entierros, y de tanta visita al cementerio conoce a Maude, que va a cumplir 80 años. Harold y Maude se enamoran. Hacen picnics cerca de demoliciones. Trasplantan árboles de la ciudad al bosque. Manejan una carroza a toda velocidad, y sobre todo se ríen un montón… La historia me parece atractiva, aunque creo que los personajes debieron estar más desarrollados, como se dice. Y me quedé con ganas de ver más intimidad entre ellos (solo hay un besito) aunque entiendo que para su tiempo eso era uf, un horror. Sin embargo, la paleta de colores me hizo sentir tranquila: mucho amarillo, mucho verde. Yo, contenta: no me dormí ni cinco minutos de los ochenta que duró la película.

Y, desde algún punto remoto en mi cerebro, la historia me pareció tierna y hasta creíble. Me recordó mucho a la película Submarine. Cé dijo que le parecía el antepasado de alguna de Wes Anderson. Y yo leí una vez que esta película es la favorita de Albert Pla (mi ídolo musical) y, claro, puedo entender por qué: esa Maud estaba bien chiflada, y ese Harold también. Jajaja. ¡Qué miedo! Yo también estoy medio chiflada pero, como nunca sé qué es real, me despierto tranquila por las mañanas y todas las conversaciones son entretenidas. Eso me salva. Hay colores vivos en todas partes. Puedo seguir en carrera. Si Courtney Love ha cumplido 50 años yo también puedo.

Esa Bupsy dijo que venía a verme en patines. Me ha dicho para salir un rato a pasear por la cuadra, y yo le he respondido que mejor se tome una sangría conmigo en mi casa y que no joda. Hace un frío de mierda, y yo no tengo ganas de pasear en patines por el parque. O quizás una vieja habita mi cuerpo, no lo sé. Mientras tanto dejaré que la habitación se llene de humo canábico y a la chucha todo. Enciendo la televisión y dejo en mute la película Caracortada: esa película me pone bien con el cosmos. No me importa ni el pelito que crece sobre el lunar de mi brazo izquierdo, y hablar de ese pelito es hablar de un asunto serio de desesperación…

Bupsy está tocando el intercomunicador. Debo abrirle y fingir una amplia sonrisa hasta que se convierta en verdadera. Mi amiga Bupsy es una desesperada: toca insistentemente, y yo acelero mi paso por el pasillo. La falda se me va cayendo, pierdo una sandalia en el camino. Abro la puerta y suelto a mi perro Rocco: él ya sabe que debe orinar todo lo que pueda en la calle y regresar rápido, porque siempre hay perros malos circulando. Y Rocco es un abuelito, aunque temerario. Todavía ladra con intensidad. Bupsy vino en patines, efectivamente: parece relajada mientras sube las escaleras. Me saluda con un tierno beso en el cachete, también me abraza y suelta sus patines sobre la alfombra. Me ha traído un cupcake de fresa. Le digo que se acomode donde quiera, pero que no apague el televisor: justo Al Pacino está metiéndose un par de líneas. Bupsy bebe la sangría de la jarra directamente, a tragos cortos: a veces se queda con la jarra suspendida sobre la boca. Yo la observo y digo esa es mi amiga carajo, la más conchán.

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.