Tú tira todo lo que puedas, pero sé buena…

Pintura de Iván Fernández- Dávila

Me he cortado las uñas del pie sobre un libro de Anaïs Nin. Ahora esas uñas se van por el WC. El agua se lleva las uñas. Ese acto me hace pensar en esto: un día existes, otro día no existes. Trato de visualizar a Anaïs Nin sentada, fumándose un cigarrillo frente a mí. Está contándome cómo se sintió en aquella reunión… Ella quería salir corriendo y tirar, repetir muchas veces el acto sexual. Anaïs, gracias por mostrarme tu realidad: tanta adrenalina no es mala, yo creo que es útil para seguir existiendo. Admiro tu bondad, y que pensaras siempre en las mujeres de tus amantes.

Ella sonríe: es menudita. Y desaparece de mis pensamientos diciéndome, Tú tira todo lo que puedas, pero sé buena…

Un perro ladra a lo lejos. Otro perro lo escucha y también ladra. Los niños juegan en el parque. Lima, no me vas a quedar grande, pienso. Camino por el pasillo, me detengo en el cuadro de don José de San Martín y le digo: Ilumine mi existencia, señor. Sigo avanzando y llego a la sala. Y Kitty me pide que le alcance un vaso de agua: Kitty es mi amiga y está resaqueada sobre el sillón. Yo le digo que le traigo el agua si empieza a escribir de una vez mi biografía, antes de que olvide mi nombre y me convierta en marciano. Kitty y yo nos reímos. Kitty es una conchán que duerme hasta tarde y que no se va. Kitty dice que la escriba yo. Vete a la mierda, Kitty. Le diré a mi amigo Juan Zapata que lo haga. Y ya levántate carajo, para eso te embriagas.

Yo no bebí mucho pero fumé como mierda. Y ahora todo bien, la felicidad vive en mí.

Anoche Kitty y yo queríamos hacer algo diferente, así que nos fuimos a una discoteca en Lima Norte. La idea era divertirnos como mierda y bailar. Olvidarnos del arte y de la seriedad. Y yo, sacarme a Pedro Casariego Córdoba de mis pensamientos. Queríamos vivir otra vida por unas horas y nos perdimos en medio de las luces de la discoteca… Yo me sentía mismo Pietro Sibille en la película “Días de Santiago”. La imagen me parece tan graciosa. Ella bailaba conmigo y me decía Vamos a buscar hombres. ¿Te imaginas tres penes sobre tu rostro, entrando y saliendo toda la noche? ¿Te imaginas? Yo decía, No, Kitty, no. Ya no quiero ser un animalito sexual, déjame tranquila. Yo me voy a mi casa, vete a tu casa y métete el dedo.

Así fue ayer y esa huevona no piensa levantarse: parece un oso hormiguero. Duerme y de su boca sale un sonido extraño. Fue la vida, pues.

Y ahora yo observo el techo de mi habitación. Escucho esa canción de Miki Gonzalez que dice, Solo quiero hacer el amor contigo. Y pienso y pienso.