La Calata Culta Lunes, 23 febrero 2015

Rebeca Ráez: “No hay que tener temor a la sociedad”

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.

Rebeca Ráez en la película peruana «La cosa».

Me habían dicho que Rebeca Ráez estaba locaza, por eso tenía que conversar con ella. Nos encontramos en un café de Barranco y conversamos sobre cine. Rebeca es la actriz que todos quisieran tener en su película. No es una actriz mainstream, digamos, y eso es lo bueno. Su perfomance va más allá de lo establecido. La hemos visto En el destino no tiene favoritos, la comedia de Álvaro Velarde, y también en diferentes casas montando obras teatrales. Este año se estrena La cosa, su segunda comedia con Álvaro. Ella sabe lo que hace.

¿Cómo nace tu interés por el teatro?

Mi madre es Miriam Reátegui, directora de teatro, y mi padre es profesor de teatro de hace siglos. Veía a mis papas ensayar todo el tiempo, mi casa prácticamente era un teatro. Mi primer trabajo en el teatro fue de boletera: yo le entregaba a la gente un boleto, daba vuelto, y para mí era una chambasa porque tenía 7 años. Incluso en el colegio hice una obra.

¿Qué obra fue?

Un cuento popular ruso, “La niña Sabia”. Me dio respeto intelectual, ja, ja, ja.

¿Cómo eras cuando acabaste el colegio?

Era sumamente rebelde, yo no quería hacer teatro. Le dije a mis padres: “yo no voy a hacer teatro”. Luego estudié historia del arte en San Marcos. Y lo único que hice fue apasionarme más con el teatro, ja, ja, ja.

¿Qué tal tu paso por Yuyachkani?

Fue lindo porque trabajé con maestros, creo que todo el mundo debería pasar por Yuyachkani. Lo más interesante de Yuyachkani fue que nos dieron libertad para desarrollarnos. Una vez nos dijeron “OK, vamos a hacer teatro, pero ustedes saldrán a ver sus personajes a la calle”.

Y te fuiste a Holanda.

Mis padres fueron contratados por la escuela de Amberes en Holanda y habían hecho varios amigos. Y en esa época sale una invitación a artistas extranjeros para hacer un proyecto de teatro en la universidad de Ámsterdam, y yo le dije a mi mamá “me quiero ir a Holanda”. Tenía 21 años.

¿No tenías miedo?

Fue una época fuerte de confrontación conmigo misma: estuve sola cuatro años seguidos. Era una época sin internet, no había Facebook. EL teléfono era carísimo, no me podía comunicar siempre.

¿Qué descubriste de ti?

Creo que un poco más de mi misma. En el extranjero te reinventas, porque eres otra persona. Por ejemplo, me conecté con la música electrónica. Me iba a los conciertos de Dimitri de Holanda.

«Esta foto muestra una intervención en un hotel en Ámsterdam con la fotógrafa Petra Droogsma (Holanda). La decoración es de los años 70 y tratamos de darle un toque fantasmal, como cuando los espíritus rondan una casa, y no se van. La tela era movilizada de diferentes maneras antes de cada toma.»

¿Qué fue lo que hiciste cuando llegaste a Lima?

Lo primero que hice fue un espectáculo llama Usted al atravesar el jardín me halló muerta, en el 96. Lo hice en la casa de Eguren, en Barranco, en una época en la que nadie estaba haciendo teatro en casas porque acabábamos de pasar la época del terrorismo. Y la obra fue un éxito a nivel visual, a nivel artístico. Todas las noches estuvo lleno. Después un hice un pequeño tour por diferentes casas que encontraba vacías, y la gente iba. Un amigo me hizo música electrónica para la obra y también combinaba efectos especiales, era completamente tétrico porque es el fantasma de una niña que está penando en la casa, pero es al final que te das cuenta de que ella está muerta.

¿Ahora que estás haciendo?

Estoy dictando clases en la Universidad Científica del Sur, mi curso se llama Montaje teatral 2.

¿Qué tal?

Yo pienso que no puedes enseñarle a la gente a ser artista. Lo que puedes hacer es dar las herramientas para que realicen lo que quieren. En el fondo, enseñar arte es ayudar a construir algo que la otra persona necesita. Ser profesor de teatro a veces es ser un poco psicólogo, padre y madre. Un poco amigo.

¿Qué les dices a tus alumnos?

Yo siempre les digo que el arte solo se desarrolla con la experiencia. Entonces, tu primer trabajo nunca va a ser perfecto pero va a contener mucho de ti. Siempre trato de que se expresen como ellos quieran. Los temas pueden ser fuertes o superficiales. Pero yo les pido que sean consecuentes con lo que presentan. Obviamente, van a tener muchos errores en el camino: eso no los hace capaces o incapaces, eso es la experiencia. Para hacer teatro tienes que haber tenido mucha vida, solamente así puedes interpretar.

“Esta se llama Bubble Queen, es sobre la manipulación de la imagen en medios virtuales y diversos formatos audiovisuales. Lo que vemos a un lado del espejo es la imagen real repetida con una perspectiva mayor, y el espejo es la imagen manipulada, encuadrada, lo que queremos que vean.”

¿Dirías que eres multifacética?

Ahora estoy haciendo Relatos Siniestros, que es microteatro. Me gusta esto porque estoy trabajando con 9 directores: son 9 espacios diferentes en una sola casa. Es como un juego. Siempre voy a saludar a mis compañeros que están en otros lados, a decirles “Hola, ¿cómo va tu obra?” Creo que el actor debe saber desenvolverse en todo ámbito. En mi caso yo he trabajado en diferentes medios: cine, teatro, radio…

¿Qué te gusta más?

El cine.

¿Por qué el cine?

Porque no solo depende de ti, es un trabajo en conjunto. Tú actúas pero hay un gran equipo: eso me parece fascinante. Quiero que un día mis nietos me vean en una película y digan “Esa es mi abuela cuando estaba joven y miren cómo actuaba”. El cine es eterno, el teatro no.

¿De la performance qué es lo que te gusta?

La performance es mi provocación como ciudadana. A veces he intervenido en los buses: veo una injusticia y tengo que hablar. Cuando el carro se detiene donde no le corresponde, yo me quejo y pienso que a través de mi palabra la gente se puede unir. Lo hago en los bancos, en el BCP he intervenido varias veces. En Plaza Vea, cuando me han dado un mal producto, he reclamado. Es decir, intervengo como ciudadana y como artista. Utilizo mis herramientas artísticas para llegar a la mayor cantidad de gente, pero al final ejerzo mis derechos ciudadanos.

«La tercera foto muestra una intervención de protesta por el inicio de la guerra contra Irak. En ella me vestía como una mujer con burka, reflejando el anonimato de estas mujeres que pierden a sus hijos y maridos en la guerra. Al final quemaba la foto de Bush.»

¿Qué obra de teatro te ha gustado últimamente?

La Cautiva me pareció impresionante. Me gustó el tema de una niña fantasma que este penando. Qué loco, ahora que te lo digo se parece mucho a la obra que hice sobre la niña, ja, ja, ja. Yo me identifiqué mucho con ese personaje.

¿Cuál ha sido tu trabajo como directora más reciente?

En la gestión de Susana Villarán gané el premio Residencias de Teatro con “Cao(s) – Visiones de la Dama Moche”: la municipalidad te daba un dinero para producir la obra, y eso es algo que Castañeda ha anulado. La Dama de Cao fue una de las mujeres más poderosas en la época precolombina. Trabajé con Magaly Solier, Rodrigo y Rafo Ráez, que entendieron muy bien el proyecto. Fue un momento importante porque todo dependía de mí. Pero había mucho talento convocado, obviamente.

Foto publicitaria de “Cao(s) – Visiones de la Dama Moche”.

¿Actuar o dirigir?

Creo que me gusta mucho dirigir. Me gusta el liderazgo, pero escuchando al otro. Es más complejo que la actuación. La actuación es como mi ego y yo, “mírenme”. Pero la dirección te exige más concentración.

¿En algún momento pensaste dejar la actuación?

Varias veces. Hasta el 2012 estuve en Francia, porque me gané una beca en gestión y políticas internacionales. Eso era más amplio y seguro. Aprendí mucho más de lo que quería, entonces ahí pensé en dejar la actuación. A veces digo “hasta acá llego”, pero luego me pregunto si estoy ejecutando mi proyecto de vida o no. O sea, yo siempre digo “Estoy haciendo lo que he soñado”. Creo que eso me ayuda a quedarme en la actuación.

«La Cosa» de Alvaro Velarde (originalmente «Como quien no quiere la cosa») se estrenó en el 18 Festival de Cine de Lima. Se estrenará para el público limeño este año.

¿Cómo equilibras tu vida personal con tu carrera?

Ahora trato de hacer una distinción entre mi vida personal y mi trabajo. Porque de niña veía a mis padres trabajando en casa todo el tiempo.

¿Qué es lo que más te ha costado aprender en la vida?

Aprender de mis errores. Creo que uno nunca los acepta.

¿Qué te indigna?

Mis alumnas de la universidad han hecho trabajos sobre violencia sexual: una hizo un trabajo sobre chicas acosadas en la calle, otra sobre violaciones dentro de una familia. Eso me indigna, porque lo he vivido. El Perú tiene uno de los indicadores más altos de violencia contra la mujer. Y no solamente se trata del golpe: va desde que en el micro lleno un hombre pasa sobándose contigo hasta que una niña sea violada por su padre. Si esas alumnas mías han decidido tocar esos temas es porque algo está pasando.

¿Qué proyectos se vienen?

Estoy preparando un taller de actuación para cine con Álvaro Velarde, que no solo está dirigido a actores, sino también a directores. Álvaro tiene un conocimiento extraordinario del cine. Y también estoy trabajando con Félix Álvarez Torres, que tiene una experiencia enorme en sociología y política: los dos nos hemos planteado hacer una obra de Darío Fo, Muerte accidental de una anarquista. Y este proyecto es bien loco, porque es una especie de teatro fórum: queremos convocar a la gente y que la gente haga la obra. Y queremos plantear cierta reflexión política sobre nuestra historia.

¿Qué le aconsejarías a una persona para que se reinvente?

No hay que tener temor a la sociedad. Porque desde que naces te plantean un estilo de vida, hasta que te mueres, y luego te das cuenta de que no es necesariamente tu estilo. Pero puedes cambiarlo. Y lo digo a nivel de arte e ideología: tienes que vencer el temor. Nadie está solo en el mundo, solo hay que encontrar a gente que sea como tú.

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.