La Calata Culta Martes, 14 julio 2015

Vanesalexander: “Soy un sueño hecho realidad”

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.

Vanesa nació con cuerpo de hombre pero se siente mujer. Ahora tiene 30 años y trabaja como operadora de audio en radio Capital. Vanessa (o “Chipi”, como le dicen sus amigos) gusta de su trabajo, gusta de su cuerpo y gusta de la vida. Se siente mejor que antes, y dice que el secreto es el respeto.

Fotos: Machucabotones

¿Cuál es tu nombre?

Alexander. Adopté Vanesa como mi nuevo nombre.

¿Piensas cambiar tu nombre en el DNI?

No me interesa mucho eso, pero sí he tenido problemas. Por ejemplo, un día tenía que ir al banco a cobrar un cheque: la gente en la cola y mi incomodidad. Le doy mi DNI al cajero y me dice Señorita, el cobro es personal. Le digo ¡Yo soy la persona del DNI! Tiene que venir el señor, dice el cajero. Y ahí, en eso que me mira y le miro, le explico toda mi vida.

¿A qué edad te cambiaste el sexo?

¿Yo? No, todavía no, ja, ja, ja. O sea, si me ganara la Tinka mañana mismo lo hago.

Pero, ¿te has operado algo?

¡Nada que ver, todo lo que ves es mío! Desde hace años vengo haciendo un tratamiento con hormonas y me dedico más a mi aspecto físico.

¿Qué te dijo tu mamá?

Así fue, recuerdo todo al detalle: una semana entera no fui al colegio, me metía debajo de la cama. Mi mamá entraba a la habitación para limpiar pero no se daba cuenta. Hasta que un día mi mamá se enfermó y se quedó en la casa, salió a recoger a mis hermanos y se encontró en el camino con mis amigas y ellas le dijeron que no había ido al colegio durante toda la semana. A mi mamá eso le pareció raro porque sabía que yo era la tranquila de la familia, la estudiosa. Entonces me enfrentó, yo le decía Me he quedado acá debajo de la cama porque en el colegio me fastidian mucho. Ahí le tuve que confesar que en el colegio me estaban tratando mal y que me fastidiaban de afeminado. Seguro lo sospechaba, pero nunca lo habíamos hablado. Ese día le expliqué cómo me sentía por dentro. Lo primero que una mamá hace es no aceptar lo que le estás diciendo. Me dijo Vamos al doctor y haré que te inyecten hormonas masculinas. Las cosas no funcionan así. Ahí empezó todo.

¿Cómo lo afrontaste?

Tranquila, siempre tranquila. Han pasado los años y ahora pienso que pasé por lo que tenía que pasar, porque ahora me siento más fuerte. Antes, por cualquier cosa lloraba sin motivos y decía ¿Por qué no puedo ser como el resto? ¿Por qué sufro? Y era porque no me hallaba en el cuerpo que tenía. Hasta los 17 años fue esa época de depresión.

¿Cuando acabaste el colegio qué querías hacer?

Mi sueño en ese tiempo era estudiar actuación y estar en un canal de televisión. Soñaba con ser famosa, con que me pidan autógrafos, en esa época eran autógrafos. Pero estudié comunicaciones. Por esos días me sentía como un grillo o una mosca, y se me hacía lejano. ¡Ay, si yo te enseñara la foto de mi DNI! Las cosas han cambiado, yo me doy cuenta de que han cambiado, y la gente ya no me falta el respeto. Por ejemplo, por aquí por donde vivo hay peluquerías y a veces atienden algunas trans: veo que son educadas pero las mata su vestimenta, o que miden como dos metros y tienen el cabello con el clásico color amarillo patito. No tienes que llamar la atención para que valides que eres mujer.

¿Tú llamas la atención de las personas con tu  nueva apariencia?

Soy consciente de que llamo la atención, y quisiera tener más plata para hacerme unos arreglitos, la nariz, los dientes y la lipo. Pero no me desespero porque soy una persona transgénero, y no es solo porque lo diga yo. He llevado tratamientos con psiquiatras. No es que yo lo diga porque se me antoja.

Ahora, ¿te consideras bonita?

Por lo mismo que soy una persona transgénero, no me interesa verme como el monumento de mujer. Claro, hay mujeres bellas pero no todas son de la cinturita y pompis enorme, con las bubis exageradas. Las mujeres también tienen su celulitis y su pancita. Me considero “una chica guapa al natural”.

Tu primer encuentro sexual, ¿cómo fue?

Pagué 200 soles, fui a un lugar que encontré por internet.

¿Cuáles serían las características de una persona transgénero?

Somos como una mujer más, nos importa el respeto. Si andas en la calle con tu novio no te expones besándote en público: queremos evitar el escándalo, la bulla. Yo no niego que en algún momento me vestí escandalosamente, pero eso fue en un inicio.

¿Piensas que tener un buen comportamiento ayuda a vivir bien con el resto?

Claro que sí, no hay necesidad de hablar con la voz impostada. No hay necesidad de hacer escándalo.

¿Cómo fue tu proceso de transformación? 

Fue tortuoso. En ese tiempo vivía con mis padres, ellos son testigos de Jehová. Sólo duré tres meses porque era como estar en un convento. No podía seguir así, un día había una fiesta trans y yo quería ir, mi mamá me dijo Si vas a esa reunión no regresas nunca más a la casa. Yo me achoré y me quité: metí dos trapos a mi mochila y dije No regreso. No pensé en las consecuencias y casi un mes estuve deambulando por las calles, me daba frío en las noches, me quedaba sentada en el parque con el sueño que me mataba. A veces algunos pirañas me querían quitar mi mochilita. No comía. A veces pasaba por los menús y pensaba “cómo no se le cae una papita, aunque sea”. Y no me arrepiento, porque ese tipo de experiencias te hacen más fuerte.

¿Cómo llegaste a Radio Capital?

Estuve un mes viviendo en las calles. Un día estaba deambulando por el Jirón de la Unión, lo recuerdo bien. Me dolía el estómago, pasaba por los restaurantes y el pollo dando vueltas. Quería volverme perro y robarme un pollo. De pronto suena mi celular y era de RPP. ¿Aló, Alexander? Me pareció raro, porque ya nadie me decía así. Me dijeron que fuera a cobrar una plata que me debían, pues antes había trabajado en aquella empresa, pero me había retirado por motivos personales. A mí se me iluminaron lo ojos. Eran como 3.000 soles. Al toque me alquilé una habitación por San Luis, y ahí estuve como medio año. Ahí conocí a Rubén, mi actual pareja, “mi ángel guardián” como yo siempre le digo.

¿Cómo hacías para cubrir tus gastos?

La plata desapareció… Entonces, comencé a hacer cosas de las que no me siento nada orgullosa. Pero sí aprendí a valorar el dinero, y que nada en esta vida es fácil, como algunos quieren pintar. No era fácil, porque estaba con un tratamiento hormonal: eso cuesta. Luego me fui a Ventanilla y para trabajar en algo decente empecé a vender hamburguesas:  fue un martirio, ahí estuve ocho meses. Todos los días, imagínate, ir al mercado cargando bolsas inmensas. Era como estar pagando condena. Hablaba con el universo y decía ¿Por qué me está pasando esto? Yo no soy una mala persona.

¿Por eso dejaste de chambear allí?

Eso no tanto, lo que pasó fue que un día estaba regresando del mercado y unos travestis pasaron en un carro, molestándome. Parecían hombres y me dijeron mi vida, Oye, cabro conchetumare, lárgate de acá que me estás quitando mi plaza. Qué pensarían, pues, que soy prosti. Me decían Lárgate, que te vamos a matar. Y eso se repetía constantemente, y una vez me amenazaron diciéndome que le iban a echar gasolina a mi casa. Eso me dio miedo y me fui a Chorrillos. Estuve trabajando haciendo limpieza, me pagaban 10 soles y a veces ni me pagaban. Un día sonó mi celular y era una de las jefas en Capital. Y me dice Oye Chipi, ¿tú crees que podríamos juntarnos para que cubras las vacaciones de un operador? Pero tengo un nuevo aspecto, le dije. Y me dice Ya sabemos.

En Capital, ¿has tenido inconvenientes?

A veces he tenido inconvenientes con algunas personas, pero todo se ha arreglado conversando. Con alguna persona he tenido diferencias, a esa persona le gustaba hacer su show conmigo, con su clásico “chivo”, “rosquete”, “maricón”, “cabro”. Pero supongo que son cosas que pasan por el desconocimiento.

¿Por qué te dicen Chipi?

Por una canción de Charly García, porque cuando trabajaba en radio América pusieron esa canción y yo me trabé pronunciando chipi, chipi bom bom y me reí.

¿Cuál es la diferencia entre travesti y transgénero?

Un travesti es como un payaso que hace show, son hombres con un disfraz. Pero hablas con ellas 5 minutos y es como si estuvieras hablando con un hombre. Y como la gente no se informa porque no le interesa informarse tampoco, piensan que somos cabros y punto. Piensan que todos somos iguales. Una transgénero es una persona que nació en un cuerpo que no le pertenece. Que siente como mujer. Piensa como mujer. De repente algunas personas que me conocen desde antes dicen no creerme mucho, porque no he sido la lady, con la vocecita suavecita… Pero justamente un psicólogo, un psiquiatra y un biólogo fueron a la radio a hablar con Patty Espinoza, de “Sexo a la medianoche”, y dijeron que ser transgénero no significa ser la delicadita. Hay hombres con barba que son transgénero. ¿Por qué no cambian? Por la sociedad, por la familia o por la chamba, que pueden perderla.

¿Te sientes orgullosa?

En el aspecto físico sí. Sin ninguna operación, sin la cinturita, sin las miles de cirugías que la mayoría suele hacerse: sí, me siento feliz como soy.

¿Qué piensas mejorar?

Lo que quiero es comenzar a ahorrar.

¿Hijos?

Por suerte a mi pareja no le gustan los niños. Así que todo bien, no es algo que nos quite el sueño.

¿Qué le dices a un niño si se te acerca y te pregunta por qué eres así?

No me ha pasado pero trataría de explicarle de una manera sincera las cosas. Nunca expresarme de manera liberal, decirle que lo más importante es el respeto.

¿Qué le aconsejarías a una persona que siente que está en el cuerpo equivocado?

La idea es ser persistente y aprender a valernos por nosotros mismos. Juntar dinero y poco a poco salir adelante, con un negocio propio si es por el tema laboral. Y si es por la familia, uno no se puede hacer viejo esperando para ser feliz.  La otra vez escribí en mi Facebook “Soy un sueño hecho realidad”, y no porque sea wow, un monumento, sino porque cumplí mi sueño de ser como soy. Ahora me siento feliz. Antes todo era insultos. Salía a la calle y me decían Saooo, cabro, serrano, regrésate a Puno. Yo llegaba a mi casa llorando. ¿Qué le hecho la gente? Si yo soy tranquila. Pero eso ya pasó… Ahora, si no escucho un Mi amor, te llevo, qué rica, fiu fiu o cosas por el estilo, me pregunto… ¿Qué pasó? Ja ja ja. Ojo, eso es algo de lo que no me siento orgullosa, no me gusta ese tipo de escándalos que hacen los patas. En resumen, ahora solo puedo decir que soy muy feliz.

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.