La Calata Culta Sábado, 19 enero 2019

José de la Peña, escritor: “Este libro de cuentos ayudó a cambiar mi vida.”

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.

La semana pasada leí un libro de cuentos llamado “Breves paseos por Marte”. Y  le escribí por Instagram al autor. Su nombre no lo había escuchado nunca: José de la Peña.  Le dije algo así como Tu libro está paja. Pasaron unas horas y él me preguntó Por qué y le dije Por natural y desvorgonzado. Y también le dije que quería entrevistarlo. Y ahora lo espero en la puerta de Wong. Hace calor, tengo sed y José no llega. Observo para todos lados pensando ¿Será él? Y nada. Pasan los minutos y de pronto aparece y dice ¡Hey, hola!

Hola, ¿conoces una tienda por acá? Tengo sed.

Podemos ir a una cremoladería, a Curich.

Vamos, ¿qué tal? ¿De dónde vienes?

De La Molina, yo vivo en La Molina.

¿Había tráfico?

También… Y salí tarde. Mis papás me comenzaron a hablar.

¿Qué te decían?

Que ayude a limpiar la caca del perro.

Ja, ja, ja.

Sí, pues. Me lo quieren chantar pero no me voy a dejar.

¿Cuándo comenzaste a preparar este libro?

La primera historia la escribí ni bien acabé el cole, tenía 16. Ahorita tengo 25. Y a una amiga le pasó una situación relacionada con un intento de suicidio, que me llevó a alucinar esa historia…

¿La de Mia?

Sí. Ese nombre pega mucho, ¿no?

Sí.

Y progresivamente empecé a escribir los otros cuentos… No, perdón. Esa historia no la escribí a los 16, la escribí a los 18. Ya estaba en la universidad. Pero ahí nació el primer cuento. Yo estaba pulseando qué escribir, hacia poesía, cuento… y supongo que cuando encontré El Guardián en el Centeno de Salinger me dije Manya, así también se puede escribir.

¿En algún momento te has dicho Esta historia no la publico?

Obviamente. Con el cuento “Wolverine es cabro” fue todo un tema. Lo sigue siendo. Es lo más personal que hay en ese libro.

¿Por qué?

Para mí es una carta de amor. Yo me preguntaba si realmente quería contar algo tan explícito sobre una relación homosexual. Ahí la dudé un montón, pero justamente como la dudé, me dije Esto es.

De todos los hombres que me he tirado en mi vida, de los varios cuerpos similares al mío—con penes sudorosos y anos calientes—que me han acompañado en una cama, o un sofá,o en el asiento trasero de un auto o en las escaleras de un edificio viejo, estoy seguro de que solo una vez llegué a amar a uno de ellos. Solo una jodida vez que, para ser justos, me duró tanto como si los hubiera amado a todos. Llegué a amarlo tanto que me entristecía y me ponía loco y me arrechaba a todas horas.

Sobre la publicación, ¿cómo les dijiste a tus viejos?

Yo soy bien parco para esas cosas.

¿Lo hiciste nomás?

Sí, así fue. Un día llegué a mi casa y dije Por si acaso voy a sacar un libro. Ya estaba todo hecho. Ya había editorial.

Llegamos a Curich.

¡Primito! le dice José en tono juguetón a un chico que atiende detrás del mostrador.

¡Hey, hola! ¿Qué haciendo por acá? responde el chico, y me observa. También observa a José y dice ¿Vienen juntos?

Sí, me está haciendo una entrevista. Ella es Leslie.

Yo observo a José y observo al chico y le digo Hola, yo quiero una cremolada chiquita.

¿Qué sabores? pregunta el chico de la caja.

Que sean 2 medianas, dice José.

Sí, digo. Mejor que sean 2 medianas. Una de fresa y maracuyá, y la otra de…

El chico dice Con mi compañera escogen los sabores.

Saco mi billetera y pago las cremoladas. José dice ¡Oye, no me puedes invitar! Y yo le digo ¡Ya te invité!

Ay, gracias. Te invitaré un pucho.

José le dice al chico de la caja Luego hablamos.

¿Qué cremolada? pregunta una chica.

Este lugar me gusta.  Estaba abierto el 1 de enero…

Hubo un tiempo en que estuve ayudando con la comunicación de este lugar. Y recuerdo que me comía todas cremoladas, de todos los sabores, cada fin de semana. En ese momento tenía mis favoritas, y ahorita que me preguntaron ¿Qué sabor? no sabía qué escoger…

Uno se va olvidando las cosas. Por eso escribimos, ¿no crees?

Es verdad, yo escribo para recordar. Tengo mala memoria.

¿Cómo fue la construcción de tus cuentos?

Yo creo que cuando pienso en mis cuentos, me imagino dentro de la serie Skins. Pero la versión británica, no la americana, ja, ja, ja. Y recreé atmósferas frías que se mezclan muy bien con el espiar, con el no enfrentar. Mis personajes huyen mucho. Escapan. Yo era así en la época en que escribí los cuentos, y eso se coló mucho en mi escritura.

¿Has leído tus cuentos nuevamente?

He releído algunos cuentos, pero en general lo he evitado porque me comienzo a criticar un montón. Creo que ha sido muy liberador. Creo que en ese libro puse, no mis secretos, pero sí mis temas más incómodos.

Cuando te preguntan de qué trata tu libro, ¿qué dices?

De sexo, drogas y vida nocturna.

 

¿Qué escritores peruanos te inspiran?

Jaime Bayly. Me encantan sus diálogos, la frescura. Y Julio Ramón Ribeyro. Su facilidad para contarte historias, sus imágenes. Me encanta un libro, Crónica de San Gabriel. Yo he vivido en provincia, no a la manera del personaje de Ribeyro, pero me hizo recordar esa época.

¿Cómo llegó la lectura a tu vida?

Yo creo que empieza con mi primer desamor. Me gustaba una chica, no me daba bola. Y una amiga del colegio me dio un libro de Paulo Cohelo, “A orillas del río Piedra me senté y lloré”.

Era el libro de moda de la época, ¿no?

Sí, y en ese momento estuvo bueno, me hizo sentir confort.

El mensaje era bonito.

Sí. Al final era feeling, era un abrazo. Y ahí dije Quiero más abrazos de estos, y empecé a leer más, y en el proceso apareció Salinger y dije Ya no quiero que me abracen más, ahora quiero abrazar yo.

 

¿Y cómo era tu vida mientras creabas este libro?

(Silencio) Horrible… Para escribir sí necesito estar en constante actividad: salir, conocer gente, emborracharme, y después reflexionar un montón. Y esa es la parte más complicada. Todo lo llevo hasta el extremo, luego lo cocino la siguiente semana: ahí es donde me meto en estas ideas, en estas imágenes que me duelen, porque mientras escribo hay partes que me joden.

¿Cómo ha sido escribir esas partes que te joden?

No sé, quería que algo quede, quería dar ese abrazo. Me sentía tan mal mientras escribía eso, era como si yo escribiera los cuentos que necesitaba leer. Si alguien puede sentirse comprendido leyendo mi libro, está bien para mí.

¿Te has distanciado de personas que veías antes?

Sí. No me sentía entendido. Era como estar solo todo el día, y veía a muchas personas. Escribir mi libro de cuentos me ayudó a cambiar mi vida.

¿Desde el inicio sabías que iban a ser cuentos?

El deseo de publicar fue porque estoy escribiendo una novela. Pero estas historias salieron, y también quería publicarlas.

¿También piensas sacar tu novela con Colmillo Blanco?

Sí, estoy viendo.

¿Qué tal con esa editorial?

Todo bien con Colmillo. Justo después de mi publicación una amiga mía, Camila Cantuarias, se animó a publicar en esa misma editorial. Súper bonito, súper importante su libro. Son historias de niños con cáncer. En Colmillo no me censuraron. Siempre se trata de ir buscando hasta que alguien te dice Esto es bueno.

 

¿Cómo fue el día de la presentación?

Yo me animé a publicar con Colmillo porque fui a la presentación de su primer libro. Presentaron el poemario de Eduardo Chirinos. La gente chupaba, estábamos en La Noche de Barranco, en el segundo piso. No era aburrido. No era como Va a hablar este huevón y ahora el otro…. Y en mi presentación se repitió la figura, porque había muchos familiares y amigos… También fue Mia, la chica del cuento.

¿Cómo te sentías?

¡Zampadazo! Nervioso. Me sentía en confianza. Era como si fuera mi cumpleaños.

¿Qué haces bien al momento de escribir?

Ser conchudo. Siento que soy bueno capturando cotidianidad. No quiero escribir historias para que me admiren. A todos nos cagan.

La Calata Culta

Leslie Guevara es directora de la escuela de escritura Machucabotones. Es autora invitada en los libros de relatos "Sexo al cubo", "Hermosos ruidos" y "21 relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú". Es editora del libro “Once Veces Tú”. Ha realizado talleres de narrativa en cárceles peruanas, en coordinación con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad fundada por el padre Hubert Lanssiers. Actualmente escribe su primer libro.